Ahora sí, elegimos nombre

Después del shock que me produjo el cambio de sexo del ente que crecía en mí, me vino a la cabeza que

¡¡¡¿¿¿Con lo que nos ha costado elegir nombre???!!! Ahora a volver a empezar...

Existía la opción de hacer otra vez una lista, pero en vista de los resultados de la otra vez, pues no me parecía muy alentadora la idea. Máxime cuando ya había hecho algún que otro sondeo de opinión con el Papá de la criatura. Si con los nombres de niña me parecía complicado llegar a un acuerdo, con los de niño me parecía una odisea. Porque en este punto tenemos visiones totalmente opuestas. A mi me gustan los nombres cortos, preferiblemente en valenciano, y que no estén muy oídos, y a él le gustan los nombres más tradicionales. Y así, claro no hay manera.

Aún así lo intenté. Hice mis propuestas, que resultaron rechazadas categóricamente. Y lo mismo sucedió con sus propuestas.

Pero esta vez la solución estuvo más clara, y en cierta forma, podía contentarnos a los dos. Al menos eso creo yo, no sé si el Papá lo vió de la misma manera. Y esta solución fue echar mano de la tradición.

El nombre del Iaio. Pero en valenciano. Todos contentos. 

Nombre tradicional español y valenciano al mismo tiempo, contento el Papá (creo), contenta yo, y contento el Iaio, que eso sí que es importante.

Podríamos ponerle un nombre compuesto...

Ese es el Papá, que no se rendía.