lunes, 10 de marzo de 2014

Con 17 meses...

Mi Peque con 17 meses ya sabe lo que es pasar una noche sin Mamá (y Mamá lo que es pasar una noche sin su Peque, ainss).

Por lo que me ha contado su Papá, lloró bastante durante los despertares nocturnos habituales de la primeras noches, al buscarme y no encontrarme. Le costó dormirse. Pero el resto del tiempo lo llevó bastante bien. Suerte que su Papá y mi hermana LaMediana estuvieron con él todo el tiempo.

El Papá me ha contado que la tercera noche que no estuvimos juntos el Peque señaló mi hueco de la cama, como preguntando donde estaba...¡Ainss! Afortunadamente mis ausencias solo (¡sólo!) son dos noches a la semana y no todas.

Hace poco más de un mes os contaba que mi Peque se había enseñado a subir al sofá... Pues bien, ese lugar tan apacible, que hasta hace poco era mi sofá, donde nos dormíamos una siestas maravillosas, se ha convertido en un lugar potencialmente peligroso. Y no solo por la posible caída desde el sillón al suelo, cosa que ya ha pasado, si no por la tendencia a la escalada que ha desarrollado el niño en el último mes. Cualquier superficie mínimamente elevada es buena para subir a ella. Y claro, en el sofá no se iba a limitar a subir al sillón, no, tiene que intentar encaramarse al respaldo.

Pero la culpa yo sé de quien es. Y no me pienso callar. Es de su padre. ¿Por qué los hombres tienen que tener ideas geniales? Pues una de esas ideas geniales consistió en colocar al niño, uno de esos días en que no paraba de llorar, en el hueco entre el repaldo del sofá y la pared. El remedio funcionó, para qué lo voy a negar. El niño empezó a descojonarse. Y claro, como le pareció divertido, allí que va el niño a la mínima ocasión...

Mi Peque con 17 meses ya no me parece que sea un bebé. La mente ingenieril del Papá le hace repetirme que hasta los 2 años se consideran que son bebés. Pero yo ya no veo un bebé. Veo un niño pequeñín.



Y como niño pequeñín ya ha ido a su primer cumple de mayores. Al principio estaba bastante desubicado. Tantos niños corriendo de aquí para allá, sin parar, cogiendo juguetes y gritando. Se quedaba quieto y lo observaba todo con los ojos como platos. Luego ya se fue soltando y ya no hubo forma de pararlo. ¡Ay! qué sufrimiento, cada vez que se acercaba a un mayor! No por nada, si no por si los otros niños no se daban cuenta de que estaba mi enanito y le daban un empujón. Pero bueno,  al final no tuve que salir al rescate, se las ingenió bastante bien. Lo dicho, se me hace mayor.

Lo mejor fue con la tarta. La típica de galletas y chocolate. Si veis como se la comía, que no me dejo coger ni una sola cucharada. Pero cuando ya estuvo saciado, entonces sí, se me acercó con la cucharilla y me ofreció. Desde ese día, cada vez que come, te ofrece por si quieres. Todo un detalle.

Y la semana que viene, los avances hasta los 18 meses, que el mes 17 se me ha juntado con el 18, así, sin darme cuenta.

6 comentarios:

  1. Eso de enseñarles a divertirse con actividades peligrosas siempre es ideas de los padres. No hay ni uno que no maquine algún evento es el que el churumbel pueda salir mal parado.

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  2. Ains, siempre me pregunto que pasaría si yo pasara una noche fuera de casa... Ya veo que los peques a todo se acostumbran, aunque les cueste. Lo cual, me deja más tranquila. Aunque la mía se coge unas perras que pa qué...

    A mí tampoco me parece ya la mía un bebé con 11 meses. ¡Ya se le está poniendo cara de niña! Los bebés son como un kinder sorpresa...

    Besitos!!!

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    1. Es verdad que se apañan sin ti, y que todo el mundo te lo dice, pero hasta que no lo pasas no acabas de creértelo. Y bueno, el disgusto no te /se lo quita nadie.

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  3. Qué sonriente!! Y que mal lo pasamos cuando no estamos con ellos...

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    1. Siiii, ese era mi consuelo, que me enviaban fotos y vídeos y siempre sonreía!

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