Paranoias maternales (II)

Resulta que una madrugada cualquiera, a eso de las 6 de la mañana, oyes a tu Peque haciendo ruidos en su cuna. Te levantas y lo pasas a la cama, pensando que tiene hambre, os tumbáis y sorprendentemente no se engancha a la teta. 

¡Qué raro! piensas, desde que se durmió a las 11 no ha comido nada.

Así que decides dejarlo a tu vera y seguir durmiendo.

Pero a los 5 minutos lo oyes como se mueve de un lado a otro y hace ruidos. Le pones la mano en la frente y está ardiendo. ¿Cómo no te has dado cuenta antes, cuando lo has cogido? Enciendes la luz, despiertas al Papá y buscas el termómetro digital que te compró tu hermana para dejar de oir como te quejabas de lo lento que era el otro termómetro digital que tienes en casa. Apretas el botoncito y 38.7 ºC. ¡Madre mía! A buscar como loca el apiretal que compraste el primer mes, por si le hacía reacción la vacuna y que aún no has abierto. Porque, afortunadamente, es la primera vez que le sube la fiebre a tu Pequeño.

Afortunadamente, también, hace dos semanas le pusiste una vacuna y pesaste al enano, así que sabes lo que pesa, aproximadamente. Además el enfermero te dijo la dosis que debías ponerle. Menos mal, porque lo de 30 gotas que te dice el Papá después de ver las instrucciones no lo ves nada claro. No porque no haya calculado bien, que seguro que lo ha hecho, si no por cómo vas a contar las gotas que se toma el Peque.

Allá que vas con la pipeta y le intentas dar el medicamento. Y el Peque se pone a llorar. Después entiendes porqué. El apiretal saber, lo que se dice saber, no sabe nada bien. Pero conseguimos que se lo tome todo.

Se vuelve a dormir y ahí que nos quedamos los dos, mirándolo y pensando qué hacer si no le baja la fiebre. A las 6.30 de la mañana decidimos dormir porque el medicamento parece que va haciendo efecto. Si al despertar sigue con fiebre, lo llevamos al centro de salud. Afortunadamente, se despierta 4 horas más tarde sin fiebre. Más fresco que una rosa. Con ganas de comer, con ganas de jugar.

Pero a las 12 empieza a ponerser empachoso otra vez y vuelve a tener fiebre. Otra dosis de apiretal. Y empiezas a pensar cosas raras.

¿Será porque ayer pasó frío?. Por la mañana hacía mucho calor, y después cambió el tiempo y hasta cayó un chaparrón. Pero él iba abrigado, no puede ser frío. 
¿Será por el queso fresco? Era la primera vez que comía, a lo mejor le ha sentado mal. 
¿Será por el golpe que se dió mientras estabáis jugando? Se inclinó hacia delante para coger un juguete y se dió un coco. 
¿Será por...?

Sin fiebre hasta las 20h y nueva subida. Pero hay novedades. Ahora además, vuelve a hacer la caca verde como le pasaba a veces cuando aún no comía sólidos.

Los días siguientes pasan y el Peque va mejorando. Tiene una subida más de fiebre, pero se controla rápidamente. Lo único que no se le pasa es el empachosismo, que se acentúa a las horas de dormir y la flojera en el culillo, que ha hecho que se le irrite un poco.

A estas alturas del relato, más de uno de vosotros, experimentados que sois, ya sabréis que le pasaba. Pero yo no lo descubrí hasta unos días más tarde, que jugando, jugando, me dió un bocado en el dedo.

¡Ah, amigo! ¡Así que era eso!

 ¡A mi Peque le ha salido su primer diente!