domingo, 8 de septiembre de 2013

Pequelecciones: el localizador

Domingo muy temprano por la mañana.

El Papá se va con sus amigos, los Bicivoladores. Me despierta buscando por los cajones el pulsímetro. Yo no sé si eso sirve realmente para algo. Él dice qué sí, que así puede ajustar el ritmo para no suban mucho las pulsaciones. Por lo menos, si le empieza a dar un infarto, se dará cuenta.

A su vuelta sigue siendo temprano para ser domingo. El niño, que dormía a pierna suelta ocupando su sitio, se despierta. Tiene hambre, así que a desayunar y al salón con su padre, que yo quiero remolonear un rato.



De repente, cuando estoy a punto de volver a los brazos de Morfeo, un pitido horrible me despierta. Miro el móvil, pero no es, además, mi móvil no suena así. Entonces me doy cuenta, hay una luz en el teléfono fijo. La pantalla está iluminada. Pone «localizando». De ahí sale el pitido horrible.

- ¿Qué es eso?
- Tu hijo. Tiene el otro teléfono y ha apretado un botón.
- Pero si yo no se hacer eso.
- Ya, yo tampoco.
- ¿Te has quedado con la copla?
- Sí, ya sé cuál es.

En esta casa hemos pasado semanas, en varias ocasiones, con uno de los teléfonos inalámbricos desaparecido, perdido entre los cojines del sofá, en el arcón de la cama o vete tú a saber donde, sin poder encontrarlo.

Y ahora el mico descubre qué hay un botón localizador...

2 comentarios:

  1. Y menudo sonida desagradable que tiene, mi hija también lo descubrió y no para de darle. Como los tengo bloqueados...
    La mayor coge el teléfono, y contesta. Le da igual que sea el 1004, que una llamada de alguien que se ha equivocado. Ella saluda, y le contestan...

    Besos especiales!

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    Respuestas
    1. Qué simpática, la mayor! Lo de bloquearlos... el móvil ya lo tiene superado. Le puse el patrón, pero tuve que quitarlo el día que llamó a emergencias. Prefiero que me envie wasaps a que vengan los bomberos a casa :P

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