El regalo del Día del Padre

Este es un post dedicado a todas aquellas personas que como yo no reaccionan hasta el último momento cuando se acerca una de estas fechas significativas. Y también está dedicado a todas esas personas que si lo hacen y ceden sus ideas altruistas por la Red para que otras como yo se copien. Gracias A.!

Ayer por la tarde se me cruzó por la mente una idea ¡Qué bien, mañana no trabajo! Que para lo poco que me va a durar el trabajo tampoco es para alegrarse de tener un día libre,  pero el ser humano es así,  y yo lo soy.

Pues como soy de reflejos lentos,  no fue hasta que hablé con mi hermana más tarde que caí en la cuenta de que mañana  era ¡el día del padre! 

Y mira que desde hace tiempo las redes sociales están llenas de ¡el mejor regalo para papá! Por no hablar del bombardeo publicitario... Pero se ve que soy inmune a eso mensajes...

¿Qué puedo hacer, que sea rápido y que no haya que comprar nada,  porque las tiendas ya están cerradas?

Contras y Pros me dio la solución: un huella de la mano del Peque en pasta de sal. Como ella ya lo explico en su blog, y lo hace mejor que yo,  os paso su enlace aquí.

Aunque los ingredientes son básicos (sal,  harina y agua) casi no puedo hacerlo,  porque en casa casi no cocinamos, y no estaba segura de tener harina,  pero ¡sí! En el fondo de un armario.

Me puse a ello. Lo primero que he de decir es que los programas de cocina hacen mucho daño. Como ya he dicho, yo cocinar no cocino,  pero algún programa de cocina si he visto y me he visto como montan volcanes de harina e introducen en el centro el agua para hacer la mezcla... No fue buena idea... Menos mal que mi volcán no era el Kracatoa...

Al final conseguí hacer la pasta, un poco seca,  me da la impresión. La amasé con mi "rodillo" (un vaso de tubo, otra idea vista por la Red) y la dejé preparada para estampar la huella de mi Peque.

Y aquí viene un problema que Contras y Pros no tuvo: la negativa de mi niño a posar sus impolutas manos sobre la pasta. El niño se quejaba y el padre preguntaba desde otra habitación ¿qué pasa? ¡Nada! Respondía yo. Al final,  lo pillé en un renuncio y ahí que puse su manita. Vamos, como si le hubiese torturado. Después de eso, no admitió ningún otro intento de decoración,  así que con la huella y su nombre escrito con un palillo se quedó.

Y eso es lo que está mañana mi Peque le ha regalado a su Papá por el Día del Padre. Envuelto en su papel de regalo y con su lazo, eso sí. Y con la tarea pendiente de pintarlo de colores cuando sea un poco más mayor.