jueves, 10 de julio de 2014

Con 21 meses...

Siguiendo en la línea de la semana pasada, tiro de recuerdos, porque además estamos a punto de cumplir ya los 22 y como en la vez anterior no tengo borrador. Como todo en mi mente está mezclado,  mejor me centraré en cosas concretas de las que no hablé la vez anterior.

No sé en qué momento mi Peque con 21 meses se convirtió en un obseso de las blas. Haciendo memoria, creo que no compramos ninguna hasta hace relativamente poco. Si había alguna en casa era porque el Goset también tiene sus juguetes y una pelota es un must en cuanto a entretenimiento perril. Claro, que una cosa es que hubiese y otra que jugase con ellas. De hecho, de entre todos los juguetes de Goset, la bla, el mono destrozado y donut de chocolate, al Peque el que más le gustaba era el donut. 

Pero llegó el día en que empezó a andar y después a correr. Y en esas andaba cuando su pie chocó contra una bla y el Goset salió disparado para atraparla.
¿Y si le doy otra vez? ¿Pasará lo mismo?  
...supongo que pensó. Y sí, pasó.

Pasamos unos días tras ese descubrimiento en el que cada vez que se repetía la escena se oían risas nerviosas de emoción. Y todo tenía un ritual perfectamente estudiado:  recogía la bla, se la colocaba cual lanzador de penaltis, retrocedía un par de pasos para coger carrerilla, chutaba y el perro salía corriendo tras ella por el pasillo.

Esta nueva forma de jugar nos ha permitido alcanzar unos metros de autonomía. Y una colección de pelotas. 



Creo que fue durante este periodo entre los 20 y 21 meses en los que el cambiador sufrió una metamorfosis y se convirtió en una cama de faquir. ¡Cómo es posible que un retaco se retuerza de esa manera! No os voy a engañar diciéndoos que ha sido coser y cantar hasta ahora, que rebelarse a la hora de ser cambiado lo ha hecho alguna vez, pero no de forma sistemática como lo hizo hasta que di con la solución.

¿Y cuál fue esta solución mágica? El canto. Pero no que yo le cantase, no, si no que fuese él el que cantase. Así que, ahí estábamos, los dos
Lalalalalá, lalá, lalá 
lalalalalá, lalá, lalá 
lalalalalá, lalá, lalá 
lalalalalá, lalá, lalá 
lalalalalá, lalá, lalá 
lalalalalá, lalá, lalá 
lalalalalaaaaaaá, lalalaaaaaá, 
lalalá, lalá, lalá 
lalalá
¿No os suena? Si está clarísimo. El Danubio Azul. Una, que tiene una educación músico-emocional clásica.
Aunque al principio no parecíamos más que dos posesos gritando a pleno pulmón, en estos momentos entonamos bastante bien. Otra cosa es que afinemos.

Eso sí, ya no funciona siempre. Tendré que pensar en enseñarle otra canción.

7 comentarios:

  1. Holaaa,
    Me encanta cómo cuentas los pequeños progresos de tu niño, me hubiera gustado hacer lo mismo con mis hijas.

    Ha tardado 21 meses en rebelarse en el cambiador? Qué suerte maja, las mías lo hicieron bastante antes!

    Besos

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  2. qué divertido está desde que es más interactivo, no? x)

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  3. Entiendo que una bla es una pelota, pero no lo había escuchado nunca.
    ¡¡Qué divertido es verle crecer!!

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  4. Mi bichilla ya es casi incontrolable en el cambiador (y aún no ha cumplido los 8 meses), por lo que esta semana me andaba preguntando hasta cuándo me iba a seguir sirviendo el artilugio ¡y veo que aún tiene que aguantar ahí arriba mucho más! Estoy por atarla con correas como a una loca para evitar accidentes.

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  5. Esos pantalones!!! jajaja, eso es señal de que lo está pasando en grande! Menos mal que hay lavadoras ;) Madre mía, ya casi 22 meses!

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  6. jajajaja, qué divertido lo has contado Olga! 22 meses ya es todo un hombrecito. El momento cambiador es tal cual, jajajaja,

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  7. Ja ja ja,lo de la blas me ha llegado al alma y cantais genial,un besazo guapa, me encantan sus progresos

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